martes, julio 17, 2007

Sobre la vida y otros juegos de naipes


Comienzas con unos buenos cimientos. Respiras tranquilo, pausadamente y colocas la siguiente fila. Tres de tréboles. Poco a poco, la construcción se va levantando, vas despacio, sin prisa pero con ganas de avanzar. Te alejas un poco y la miras. Exhalas despacito para que nada se tambalee y vuelves a la carga. Ocho de picas. Otra fila más completada, la cosa va subiendo y aún te quedan muchas cartas en las manos. Quizás es momento de ensanchar un poco el piso bajo y permitir una construcción más amplia. Ahí va el as de picas. Lo contemplas todo de nuevo con orgullo. Ya casi lo tengo. Y empiezas a colocar el penúltimo piso uniendo el diez de diamantes y el as de tréboles. Vas alejando las manos muy despacio. Que el aire no se mueva a tu alrededor. Casi no respiras y miras tu construcción lleno de orgullo cuando un descuido de alguien roza la mesa haciéndola temblar. La estructura se viene abajo ante tus ojos como si desde siempre hubiera sido este su destino. No buscas culpables, ni siquiera te enfadas, simplemente te quedas con la cara de tonto pensando si merecerá más la pena, ahora que todas las cartas están sobre la mesa, empezar de nuevo la historia o echar una partida de solitario. Mientras, tu mano se mantiene inmóvil con el brazo extendido como si aún pudieses colocar en todo lo alto de la estructura deshecha el tres de corazones.

4 Comments:

Anonymous Anónimo said...

lo bueno de los castillos de naipes es que son de papel, el estrépito de la caída es mayor que el daño ocasionado. Lo bueno, de la vida y del juego, es que siempre se puede volver a empezar, siempre que se tenga ganas, claro.

12:13 p. m.  
Blogger hombre con capacidad para el suspiro said...

¿Cuántas veces?¿Siempre?
no te he reconocido en ese sobrenombre.

11:28 a. m.  
Anonymous Anónimo said...

Se puede volver a empezar todas las veces que se quiera, y que se esté dispuesto y que se tenga ganas. Nunca es tarde para volver a empezar a jugar ni a vivir, siempre hay tiempo, pero nos empeñamos en anular ese tiempo, en darlo todo por perdido. En agobiarnos por cosas absurdas...
poco a poco los castillos de naipes irán cogiendo fuerza y se convertirán en hormigón armado, no sé cuándo ni cómo, pero llegará un momento de afianzamiento.

10:35 a. m.  
Anonymous Anónimo said...

¿por qué no cambiar de material? los naipes son demasiado frágiles... las piezas de tente siempre fueron mi predilección: colores y formas diferentes adaptándose a las formas antojadizas de la voluntad de quien las compone. ¿Por qué no cambiar de material? la historia y el cuento los eliges tú

8:19 p. m.  

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